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El pecado de la liebre


Escritores: Daniel Ospina y Juan Pablo Diaz


Ya faltaban dos días para que la libre entrega de su tesis en la facultad de derecho. Como siempre había dejado todo para último momento, y a merced del destino los hechos se habían confabulado con el fin de que esa misma semana la hermana de la liebre fuera a morir.

Hace 3 meses que la liebre había estado visitando el mismo burdel de la calle 47 en donde pedía la misma bebida y la misma cerda con la cual pasar el tiempo, era una cerda que tenía el cuerpo flácido pero unas curvas exageradamente sensuales. Fue para el 25 de Agosto que la liebre había recibido la carta encabezada con el nombre de Rabina Cerdina y en donde se le estaba invitando al funeral de la misma; el funeral de su hermanastra. La liebre en el fondo sabía que la muerte de ella no le afectaba pero en ese momento cualquier cosa que sirviera como excusa para volver al sombrío burdel sería tenida en cuenta por su conciencia. En la entrada del burdel había un letrero el cual tenía un cartel con la palabra “CERRADO”. Dejaron entrar a la liebre a pesar de todo, ya que era la clienta del mes. Al entrar vio que de una manera grotesca estaban regados los cuerpos de todas las trabajadoras del lugar, las cuales habían muerto a manos de alguna especie de objeto sadomasoquista.

Él nunca había conocido a su hermana en persona, ya que se fue de casa antes de que siquiera naciera. Ese día vio a su cerda, la cerda con la que había pasado 3 meses de su vida en el cuarto del burdel, en el cuello tenía un papel que le habría puesto el FBI con el nombre Rabina Cerdina escrito en él. La escena que prosiguió en la historia de la liebre fue el de su propio cuerpo tirado en el piso, asesinado con tres heridas autoinfligidas en la muñeca.

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